Desde una perspectiva filosófica y teológica sobre la migración y el desplazamiento forzado, Martha Zechmeister, S.J. y Benjamin Schwab, de la Maestría en Teología Latinoamericana de la UCA, invitan a poner rostro e historia, dolor y esperanza, a cada una de las personas que deben desplazarse forzadamente. A través de su exposición hacen énfasis a lo inherente del movimiento a todo lo que tenga que ver con la vida, con el propósito de cambiar/buscar mejorar sus condiciones. Esto, además, es un fenómeno profundamente humano, ya que es parte del ser humano tener la capacidad de adaptarse a nuevos entornos y hacerse su vida en las condiciones más adversas.
De acuerdo a la Biblia, la tierra es de Dios y nunca puede ser poseído individualmente. Por consecuencia, hay un derecho humano a moverse libremente por el planeta, sin ninguna limitante humana. No obstante, los regímenes totalitarios levantan muros para detener desplazamientos de personas, sin importar que sean de izquierda o derecha.
Criminalizar la migración es algo históricamente contra la naturaleza humana y la voluntad de Dios. Esto, a su vez, genera redes de negocios ilícitos, traficantes y convierte a los migrantes como presa fácil y víctimas de todas las formas de trata.
Hablando ya del tema de la migración y el desplazamiento forzado en El Salvador, el primer problema que se enfrenta es que no hay cifras oficiales del desplazamiento forzado producido principalmente por la violencia social y, por otro lado, las personas que sufren este problema no quieren contar de ello y no denuncian estos casos.
A pesar de la importancia de contar con cifras que den una validez a este fenómeno que cada vez está creciendo más en el país, estas solo son números donde detrás existen historias dolorosas de cientos de familias que viven esta problemática. Se necesita ver estando en la realidad, dejándose empapar de esta para que el juicio emitido sea una reflexión y acción desde dentro de la realidad.
Compartir las experiencias de las personas que han sufrido esta violencia es importante detenerse para ver y no cerrar los ojos ante la realidad del sufrimiento de las víctimas. Por ejemplo, María, víctima de desplazamiento forzado, tuvo que dejar todo atrás porque su hija -3 años de edad- ha sido violada por un primo que tenía vínculos con pandillas:
En conclusión, hay que hacer el llamado al Estado salvadoreño a reconocer el fenómeno del desplazamiento forzado y brindar protección y apoyo eficaces a todas las víctimas que en la actualidad están/estarán sufriendo esto, y es también necesario abrir los ojos, botar los muros físicos y mentales, con el propósito que todas las personas y organizaciones tejan redes de apoyo y solidaridad para atender esta grave crisis.