En este espacio se compartieron cuatro ponencias que dejaron lecciones concretas que se están implementando en las áreas rurales a nivel regional, pero también dejas retos y desafíos sobre la atención del hábitat rural. En primer lugar, Jacqueline Martínez de FUNDASAL, comparte la experiencia en la construcción de un modelo de abordaje del hábitat en el ámbito rural desde las experiencias concretas, desde la evolución de tres experiencias: El Pinalito y San Pablo Tacachico. Lugares cuyas características pueden resumirse en viviendas precarias, prevalencia de enfermedades, carencias en la educación formal, y mucha niñez viviendo en este tipo de condiciones.
Por medio de sus proyectos, FUNDASAL ha fortalecido las capacidades organizativas de la comunidad y de la juventud, para autogestión de la salud comunitaria, mejora del hábitat y el cambio de hábitos higiénicos en la familia.
Además, brindó capacitación en técnicas constructivas para la mejora del hábitat con tecnologías tradicionales seguras. Por último, ha promovido la soberanía alimentaria tanto a nivel individual como comunitario.
Por su parte, Nadege Quintallet de Hábitat-Cite, comparte sobre la transferencia de conocimientos y sinergias para el fortalecimiento de capacidades locales bajo un abordaje integral, ejecutado por la asociación que representa en los países de El Salvador, Nicaragua y Haití. Este proyecto tiene como temáticas principales: lucha contra la pobreza, género, desarrollo sostenible, medio ambientes y fortalecimiento de capacidades. El proyecto pretende fortalecer las habilidades regionales de las organizaciones locales y artesanos de la construcción, capacitar y sensibilizar los habitantes para que adquieran conocimientos y habilidades técnicas para anticipar riesgos de catástrofes naturales, e intercambiar y difundir buenas prácticas técnicas y organizativas entre representantes de los habitantes.
Para dar a conocer la experiencia del Enfoque de Mejoramiento de Vida como herramienta para la transformación del hábitat, Yasunaga Sachiyo del JICA y Rafael Artiga del FISDL compartieron sobre este programa que en un primero lugar se implementó en Japón para la reconstrucción después de los estragos de la Segunda Guerra Mundial.
Este programa contribuye a fortalecer la auto-gestión de las comunidades para poder solucionar problemas de su vida cotidiana y esto fue implementado a través de promotoras en cada una de las regiones. Como parte de la implementación de este enfoque, se promovieron mejoras de hábitos alimenticios, costumbre y mejoras habitacionales que permitieran aumentar el nivel de vida de las personas. A través de estas actividades, mejoró la salud de las familias en las comunidades y aumentó la eficiencia de las actividades de vida cotidiana.
A partir del 2015, se tropicalizó este enfoque y se implementó en El Salvador como un proyecto piloto en 10 municipios en Morazán, San Miguel, Usulután, San Vicente, Cabañas y Cuscatlán, junto con el Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL). La intervención se ejecutó en tres niveles: fortalecer la gestión municipal de gobiernos locales, fortalecer la organización y capacitar al liderazgo local para constituirse en un espacio de concertación y articulación, y promover que las familias participen en Círculos de Mejoramiento de Vida.